martes, 18 de marzo de 2014

No veo tele, veo series.


 

Ya no veo tele, estudie 4 años para trabajar en la tele, pero no veo tele y tampoco trabajo en ella…
 
Me di cuenta verdaderamente que ya no veo tele, cuando me cambié de casa hace un tiempo y no me llevé mi televisor ni contraté cable. Y la verdad es que no la extraño…
 
 Con wifi y un notebook, tengo lo suficiente para recurrir a lo que me quita mis ratos de ocio: Ver series, incluso más que ver cine, que es otra cosa que me gusta mucho.
 
Me pregunto ¿por qué este formato nos atrapará tanto?, ¿qué tendrán las series para hacernos adictos? incluso, algunos llegan a autodenominarse “seriefilos”, y eso no es algo que se daba antes con tanta fuerza que yo recuerde.
 
Las temáticas de las series han evolucionado en el tiempo, incluso el formato en como consumimos estos productos. A los 10 años, mis series preferidas (o sitcom) eran Los Venegas, 3x3 y Paso a Paso. Series relacionadas con la familia, livianas y auto concluyentes. También consumía series como Salvado por la Campana, Ley Marcial, El Príncipe del Rap, Los Magníficos, Casa en la Pradera, La Doctora Queen, Clarisa, Pete & Pete, Despistado etc. Todas con temáticas livianas y típicas del momento: La vida escolar, la vida adolecente, la salud, la ley y el orden etc.
 
Los temas se daban vuelta en un espectro de contenido que apelaba a mostrar algo, mostrar “la vida” o “lo policial”,  “la escuela”,  “la casa” o “la guerra”. Nunca salían de lo normal o cotidiano (hay excepciones como Twin Peaks claro…)
 
Hoy sigo viendo series, pero el formato ha cambiado, partí viendo por sitios tipo cuevana, o bajándolas por Megaupload, pero ahora las veo por Netflix en alta definición. Incluso algunas son exclusivas de Netflix, ni siquiera las han dado en el cable o en otros sitios de streaming de películas.
 
A veces consumo una temporada completa en poco tiempo, hasta en 1 fin de semana si es buena. Algunas que me gustan son: Breaking Bad, Californication, Fringe, House Of Cards, The Orange is the New Black, Heroes, Mad Men, Revenge, White Collar, Jericho, Dexter. Todas con temáticas totalmente distintas.
 
Las temáticas de hoy en día cambian completamente, incluso la factura. Pienso cuando leo el argumento de Breaking Bad, que hace años no hubiera sido fácil mostrar algo donde un profesor que contrae cáncer terminal, comienza a producir metanfetaminas y se mete en el mundo delictual para reunir dinero, y no dejar en bancarrota a su familia cuando muera.
 
Tenemos temáticas más crudas y transgresoras a veces,  mucho más reales. Ya no son un estereotipo de lo que debíamos ser, o una foto de una “realidad” típica de la sociedad. Llena de caretas y viajes al “deber ser” de las personas. Hoy no nos extraña ver una serie donde hay droga, sexo, violencia, desamparo y una radiografía crítica que apela más a lo oscuro de las personas, que al estereotipo de lo correcto de una sociedad.
 
Quizás por eso ahora las series gustan más, nos atrapan más. Están ocupando los insights correctos que les gusta ver a la gente y que llegan más a lo profundo de la realidad.
 
Podemos ver en esto una *“des-construcción del estilo de vida americano” que era lo que seguíamos en los antiguos formatos y que hasta en chile copiábamos. Esta des-construcción se reemplaza por el realismo.
 
Si bien muchas son solo ficciones, por esencia y argumento en su historia. La construcción de sus personajes y la trenza dramática, son los elementos que se asemejan a la realidad. Podemos tener como historia a un avión que se cae en una isla y pasan cosas misteriosas (ficción) pero todo lo que pasa adentro y cómo son los personajes y los conflictos, es lo más parecido a la realidad y se asemeja a los problemas que estamos enfrentados día a día.
 
Es por lo anterior quizás, que las series han agarrado un gran revuelo en el último tiempo, no hay que quitarle mérito al formato inmediato y personalizado tipo Netflix tampoco, que permite consumir más series en menos tiempo. Pero sin embargo es la crítica más dura, el reflejo de los problemas y los arquetipos de personajes con los que lidiamos día a día, envueltos en un contexto de ficción, lo que nos hace atraparnos tanto en este formato. Nos hace reconocer ciertos patrones o comportamientos (buenos o malos) del ser humano, reales, que se mezclan con la ficción y nosotros aceptamos en este pacto que tenemos frente a la pantalla (hoy multi pantalla) de aceptar mezclar la realidad con la fantasía por 45 minutos, atentos a lo que nos entrega en cada segundo de la trama que muchas veces nos impacta, nos hace sentido o nos invita a soñar.
 
Creo que los formatos de series tienen para rato, más con este espacio para verlas on-demand, sin publicidad y toda la temporada de una vez si queremos. Aparecen más servicios tipo Netflix, este también empieza a producir, no me extrañaría que YouTube hiciera lo suyo también en un corto plazo si es que no lo hace ya. Por el momento, sigo sin traer mi televisor a mi casa nueva y si lo traería sería para conectar y ver Netflix o Filmin y no para sintonizar algún canal.
 
Rafael Vásquez González

*Del texto "desconstrucción y nuevos modelos televisivos" (Luis Mora).